Pubis Angelical


Una lectura superficial de la novela Pubis Angelical consignaría que en el relato aparecen, en dosis sobrias y moderadas, halagados los rasgos típicos de los argentinos. Más que nada esos sobre los que nos sentimos orgullosos y avergonzados a la vez. Rasgos dicotómicos tales como la viveza criolla, el ganar a cualquier precio o nuestra clase media ilustrada seguro no faltarían. A mí, por el contrario, me seduce la idea de que Puig ironiza y engaña con ellos, porque lo que realmente busca adular con sobriedad, y de modo elíptico o figurativo, es la capacidad del argento por la lucha. Diversos fragmentos del relato pueden interpretarse como claros estandartes del valor de la desobediencia, la esperanza cerril y nuestra capacidad de resurgir de las cenizas. Los argentinos somos seres indómitos como pocos en el globo, que para bien o para mal, con aciertos y crasos errores, luchamos y nos apasionamos por cada granito de arena que atraviesa nuestras vidas. Exacerbados, sí, pero nunca indolentes. Por eso, en el contexto en el que está escrita la novela, la cruenta y nefasta época de la última dictadura militar, no es casualidad que para refrendar estos cumplidos, la protagonista sea una mujer. Ana lucha incansablemente contra un cáncer y da su batalla por subsistir desde el exilio. Un final complaciente expone que en su inconsciente germina la necesidad de salvar a su hija del fratricidio flagrante en su querida patria, la Argentina.

La novela discurre en dos planos paralelos, el realista o consciente donde Ana está convaleciente en un hospital Mexicano, y el inconsciente donde se narran historias de ciencia ficción enmarcadas en épocas tanto antiguas como futuristas. En el plano consciente Ana se encuentra exiliada y recibe la visita de un amigo particular, devenido montonero, que busca persuadirla para conspirar contra un milico o colaboracionista con quien ella salía y quien tuvo una importante responsabilidad en su desarraigo. De allí se desprende el nudo de esta dimensión de la historia, donde oscilan los relatos de un diario íntimo que refleja los pensamientos banales de Ana durante su convalecencia y diálogos entre ella y Beatriz (su amiga) o Poggi (el monto) que representan los conflictos de época de manera cruda y fiel. "Yo iba a festejar con los oligarcas y los pobres defendían al tirano" cuenta Poggi que reflexionó a modo de revelación como le habrá pasado a muchos intelectuales ante la muerte de Perón. Luego intenta con algo más terrenal para convencer a Anita de sus designios: "En política como en la vida no se vive de utopías sino de realidades. Y a veces la realidad obliga a aceptar la violencia aun estando en contra de ella."

En paralelo y entrelazados, se suceden los relatos oníricos, en formato de tercera persona, que ahondan en las peripecias de dos mujeres con sendas características fatídicas. En estas historias abundan las conspiraciones y flota en el ambiente la sombría presencia de la muerte. Una sucesión incansable al estilo muñeca rusa de contratiempos para esas mujeres que intentan liberarse de diversas cadenas impuestas que las empujan al abismo. Refulge constantemente la sensación de encierro, de vigilancia ubicua, de castigo ante el mínimo intento de subversión del orden. De injusticia. Se huele en el relato la sordidez, la muerte cual cuervo planeando bajito todo el tiempo, amenazante, presagiando su picotada en cualquier momento y lugar. Espías, maridos o tiranos pergeñando el golpe final que logre inclinar la balanza a su favor. - Su esposa sería ejecutada sin fragores de pólvora ni cosa parecida, la encerraría en una caja fuerte con todas sus joyas, sí, la obligaría a entrar en una cámara pequeñísima, transparente como el celofán, pero rígida como el acero - cavila uno de los esposos captores remedando encierros y torturas dictatoriales ante el mínimo gesto de indisciplina.

Cabe resaltar que para desarrollar la dimensión del inconsciente, Puig troca entre relatos de estilo kitsch y narraciones de estilo folletinesco y melodramático que caracterizan a gran parte de su obra. En Pubis Angelical se pueden leer prolíficas cursilerías del estilo: "La pareja perfecta causaba un curioso efecto entre la concurrencia, nadie los podía mirar más que un instante, su esplendor hería las retinas." Evitando empalagarse ante tales estocadas poéticas uno tendería a buscar en los relatos mundanos los halagos a la argentinidad, en los diálogos de Ana. Y fehacientemente, allí se encuentran los rasgos más trillados que ocultan al verdadero halago. Es en el relato psicológico, en el subconsciente de la protagonista donde se va tejiendo con precisión de cirujano la metáfora más cruda de la idiosincrasia argentina. Allí donde los encierros, espías, y la desconfianza entre camaradas atiborran la novela. Donde incansables luchas, siempre de mujeres, se cristalizan en un final epifánico. Una ensoñación angelical, una madre desesperada escapando de su imaginaria cárcel de máxima seguridad, para reencarnar en un angel. La aparición espectral alborota la patria, donde se desarrolla una sangrienta guerra civil. Esa mera presencia metafísica logra la paz en las distintas batallas entre compatriotas por las que se inmiscuye mientras persigue el rastro de su niña. Finalmente la encuentra y entonces la novela retoma al plano consciente. Ana se esperanza de nuevo con curarse y siente la necesidad imperante de ver a su madre e hija, luego de tantos años de exilio y negaciones.

Como último dato no está de más observar que la novela está realmente escrita en época de dictadura y que todo el relato está contaminando de fondo por la fatalidad y los conflictos contemporáneos, con una madre como protagonista, convaleciente desde el exilio y con su familia y amigos perseguidos en Buenos aires. A la distancia y a modo de pregón respecto de la versatilidad y multiplicidad de significados y emociones que suscitan las grandes obras no puedo dejar de ver una alusión clara a las madres de plaza de mayo y lo más puro que ellas representan de nuestra sociedad. Las Madres ya habían hollado la plaza con sus reclamos cuando la novela sale a luz. Las fechas me avalan entonces y me permiten soñar con que ya sea deliberada o involuntariamente, Puig se inspiró en esas heroínas para diagramar su obra y afinar su pluma. Por último, ya que la magia de la literatura nos permite soñar, crear y elegir déjenme imaginar que se inspiró en la línea fundadora.


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